El canto por los cautivos (y los pródigos)

El hijo pródigo- REMBRANDT

El estudio de los salmos peregrinos está avanzando, ya hemos llegado al Salmo 126. Este también habla de Sion, haciendo referencia a la región y sus habitantes. Este canto es una muestra de agradecimiento por el cuidado y el obrar de Dios en aquellos que fueron capturados por los enemigos de Israel, los cuales fueron llevados lejos de su hogar y que paso mucho tiempo antes de su regreso. Esto ya se explicita en el versículo 1:

 Cuando el Señor hizo volver a Sion a los cautivos, ¡fue como un sueño!

Salmo 126: 1

El salmista expresa una certeza, fue testigo de la vuelta de los cautivos. Y muchas veces nosotros estamos en esa posición, vemos regresar a los cautivos. Nos convertimos en testigos de como aquellos corazones endurecidos vuelven al camino del Señor, o como aquellos que juzgamos como insalvables se acercan a Dios. Es tan increíble la obra que Dios realiza al hacer volver a los cautivos o los pródigos a sus brazos que solo podemos aceptar que un sueño de nuestro corazón se hizo realidad. 

¿Soñamos con que X venga o regrese a los pies del Señor? Puedo responder está pregunta considerando posibilidades que espero, en algunos casos, y sé con certeza, en otros, de personas que tienen este sueño: Padres que esperan que sus hijos vuelvan al camino del Señor o que lo inicien, hijos que esperan que sus familias pasen de muerte a vida, esposos y/o esposas que esperan que su pareja/familia los acompañe en su relación con el Señor.

Pidiendo por una certeza

El salmista en los versículos 3 al 6, recuerda a sus oyentes/lectores que Dios constantemente ha ayudado al pueblo con maravillas que solo pueden dar resultado una alegría que supera todas las expectativas:

Sí, el Señor ha hecho cosas maravillosas por nosotros, ¡qué alegría!

Salmo 126: 3

Después de repetir esta certeza, realiza el pedido de muchos, seguro de que será cumplido a cabalidad: 

Haz volver a nuestros cautivos como haces volver los arroyos al desierto.

Salmo 126: 4

Dios hace imposibles, esto queda remarcado por la palabra “MARAVILLAS” y también porque se habla de llevar agua a los desiertos. Si esto lo puede hacer, es seguro que hará regresar a los cautivos o pródigos a su casa.  

Saben todos debemos aceptar que dentro de los “nuestros”: familia, amigos, conocidos, tenemos cautivos. Si has crecido en la iglesia o tienes unos cuantos años como creyente eres consciente de la cantidad inmensa de personas que se alejaron del Señor, o de aquellos que constantemente oran para que sus familias los acompañe en el camino de la fe. Mientras escribo estas palabras se vienen muchos nombres a la mente, y espero que cuando la leas suceda lo mismo en ustedes. No para sentir culpa o frustración, sino para renovar nuestras fuerzas y pedir por ellos diciendo:

Haz volver a ________________ como haces volver los arroyos al desierto.

Temporada de lágrimas

Está vuelta es un proceso, en algunos casos corto y en otros bastante extenso. Nosotros solo podemos observar y esperar. Porque cuando realizamos acciones parece que no ayudamos, al contrario la situación se complica aún más.  Y mientras esperamos que den la vuelta y regresen a la casa del Padre, nos encontramos en una temporada de lágrimas, una  época conflictiva, porque no vemos el cambio y nos sentimos derrotados, cansados. Cuando esto sucede debemos recordar los resultados de presentar nuestras lágrimas delante del Señor:

Los que siembran con lágrimas cosecharán con alegría. 6 Plantarán llorando sus semillas, y regresarán cantando, trayendo su cosecha.

Salmo 126: 5-6

Si nos encontramos por alguien de esta manera, puede que retomar la actitud de Ana al pedir por un hijo sea la manera correcta de hacerlo, orar hasta recibir respuesta.(1 Samuel 1: 9- 17) La oración será el momento de la siembra, de plantar las semillas y cuando el cautivo o pródigo emprenda el regreso nos llenaremos de un gozo inexplicable. 

La alegría del regreso

¡Cómo reímos y cantamos de júbilo!, y las demás naciones decían: «¡El Señor ha hecho grandes cosas por ellos!».

Salmo 126: 2

El regreso de los cautivos y/o los pródigos es estruendoso: la alegría inunda primeramente nuestros corazones. La única respuesta que tenemos es alabar con gozo porque Dios rescató a los que son valiosos en nuestro corazón, los restauró y nos permite ser testigos de su obra.

El estruendo alcanza a los demás, a los que no forman parte de la Iglesia y el testimonio que se levanta solo tiene como respuesta dar la gloria a Dios. Cuanta gente reconoce que el creer en Dios salvó las vidas y las familias de personas que consideraban un desastre viviente. 

Ahora queda por preguntarnos: ¿estamos incluidos dentro de la primera persona plural de “reímos” y “cantamos”?, ¿nos encontramos fuera de la casa como el hijo mayor en la parábola del hijo pródigo? 

Espero que cada uno de nosotros estemos incluidos en este plural y si no es así probablemente estemos cuestionando la obra de Dios por razones injustificadas, porque no hay nada que justifique poner en duda la obra de Dios, que solo es muestra de su amor y misericordia por cada uno de nosotros.

Por eso gozarnos y alegrarnos porque el hijo, la creación volvió a tener comunión con Dios debe ser nuestra actitud, debemos ser capaces de esperar constantemente a que nuestros cautivos vuelvan a tener comunión con el Señor, con su creador.

¿Este salmo es un canto en tu interior o solo una lectura del momento?

Deja un comentario